amar la mancha

Una mancha es una mancha, una mancha es algo que siempre de alguna manera incomoda por el simple hecho de ser mancha. Quizá y en realidad no incomode tanto, pero con tan sólo mencionar el término mancha, nuestra mente procesa la palabra en una imagen de algo manchado, y es justo ahí cuando caemos obviamente en una deducción peyorativa. Dicha categorización no es un tema semiológico, sino cultural. Las manchas nos remiten -por ejemplo- a las famosísimas frases calificativas y des-calificativas como: “la oveja negra de la familia” o “la blanca palomita” o la abominable “manchar el honor de la familia”. Y es que los colores han sido siempre referentes de indiscutible y silenciosa influencia en lo que es el mundo hoy por hoy. Pasado el tiempo se salió del habitual y clasista blanco y negro y sobre todo a principio del siglo pasado la paleta de colores culturales se abrió como abanico, pero no por ello fue más incluyente –como debió haber sido- sino, todo lo contrario. Entre la paleta más se expandió las mentes más se estrecharon y al descubrir un mundo de más colores, se construyeron sociedades con más prejuicios y estereotipos.


Desde luego el rojo característico de las mujeres no ha sido la excepción a dicha estrechez mental. Fundamentalmente por que la historia y las ciencias han sido escritas con pluma y letra masculina, claro, en esos casos las manchas de tinta siempre fueron sinónimo de sapiencia. Hoy por hoy las cosas han cambiado, pero aún es novedoso cuando una congénere “descubre” algo, todavía es tapa de diario una mujer astronauta, y en el mismo diario una mujer asesinada es tan solo un dossier interno, por tan sólo citar un ejemplo. El diccionario de la disque Real Academia, entre otras, define a la mancha como: señal que una cosa hace en un cuerpo, ensuciándolo o echándolo a perder. Deshonra, ofensa; y el diccionario Océano (el que consultan las chicas y chicos en la escuela)* se circunscribe a la misma definición. Ahora, imaginémonos que además de todo lo anterior, ésa mancha sea una mancha de sangre y no contenta con eso que sea ¡de sangre menstrual! algo inadmisible, ¡herejes, a la candela!

Sin duda, basta con entender todo lo anterior para hasta llegar a solidarizarse con las manchas y es que las pobres han tenido que acarrear con tanto y tan denigrante. Entonces, si se tiene una concepción tan enraizada de lo que es la mancha, no es para menos que nos enseñen a evitarlas y ocultarlas. Sumémosle que las mujeres somos potenciales generadoras de ellas durante décadas en nuestras vidas.

Tenemos por un lado que la mancha resulta configurada como una incomodidad por su sola existencia y si una mancha tiene esa concepción, pues hay que imaginarse lo que se siente cuando una es la generadora de algo tan bestial y aberrante, maldito y diabólico como una simple manchita. Con razón les tenemos repudio o se lo hemos tenido en algún momento, por que no sólo nos ofrecen miles de venta-jas para que durante nuestro ciclo “se sea feliz, también en esos días” (reproducción textual del comercial de allways) sino que además nos bombardean con un sin fin de productos anti, contra, des, odia, insulta manchas y todo cuanto al imaginario en contra de las pobres se les ocurra. Con las cosas así, ¿como no evitarlas y repudiarlas cuando aparecen? sin duda el mal infundado terror que se le tiene a las manchas es uno de los motivos que hace que muchas mujeres rechacen su sangre menstrual y que sin duda acudan atentas y obedientes a las góndolas del supermercado atiborradas de productos, así las cosas la mancha vendría siendo un foco de pánico mundial.
 
La mancha es tan natural con la menstruación misma, o acaso, ¿Quién de nosotras nunca pero nunca durante su vida menstrual se ha manchado? honestamente creo que ninguna, pero nuestro cuerpo siempre ha sido campo de batalla en el que hemos soportado luchas desde ideológicas hasta religiosas, y de las que han sabido obtener tanta ventaja que lograron alienar al mundo con la idea de que lo blanco y reluciente es puro y bueno dando así sustento al culto a la virginidad y la castidad tan arraigado en occidente –por ejemplo- desde Grecia. Que no es otra cosa que una de las milenarias manifestaciones del temor que en el hombre siempre ha despertado lo misterioso, insaciable y poderoso de la mujer.

Entender la aparición de la mancha como normal y natural, y no, como el blanco de burlas, señalamientos y ocultamientos sumaría mucho a la reconciliación social y cultural con la sangre menstrual como un fenómeno natural y sagrado. Es que la menstruación es tan antigua como la humanidad misma, es la materialización del milagro de la vida, vida que en el mundo ya no se valora ni siquiera cuando no fué y aparece revelada en una falda o en un pantalón.

Yo invito a cada una de las mujeres y hombres que lean este texto que tan sólo por un instante piensen en su reacción frente a una mancha de sangre menstrual. Para mis hermanas congéneres, ¿Cómo responden cuando la mancha es propia? ¿Cómo reaccionan si la ven espejada en el cuerpo de otra mujer?. Y para los caballeros, si nunca la han visto pues tan sólo miren la fotito y piensen tan sólo por un fugaz instante que ésa manchita o cualquier otra manchita de sangre menstrual pudo haber sido cada uno de ustedes.


* "el que consultan las chicas y chicos en la escuela" es mi deber aclarar que con esta frase, me refiero al caracter preocupante del hecho de que en la escuela estén aprendiendo éste tipo de significados, es en la escuela dónde se aprende y aprehende la primera información que se recibe en la vida, preocupante.

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