Cuclillas




Durante milenios las mujeres nos hemos sentado en cuclillas. Dejar de hacerlo ha contribuido a la perdida silenciosa de la conexión con la tierra y el distanciamiento de saberes ancestrales de nuestro linaje.

Estas dos mujeres a sus máximos diez años se refugian en sus cuclillas cuando advierten la presencia de una cámara. Una de ellas mantiene sus cuclillas y mantiene su mirada. Se preguntan que es lo que vamos a buscar (nosotros, los otros) a ése, su lugar. Y se responden con toda certeza que lo que ahí vemos y conocemos no es ni la mínima parte de la inagotable fuente de sabiduría que se susurran al oído y esconden bajo el agua y las faldas. Matronas de la tierra, Diosas del hogar.
 
Isla del Sol. Lago Titicaca, Bolivia


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Reflexiones al “día de la mujer”

El camino que hace un siglo empezaron a labrar mujeres por el reconocimiento como sujetas de Derecho, cuando las ciudades industrializadas para entonces emergían como calderos de luchas obreras buscando un nuevo acomodamiento en igualdad. Como no agradecer a ellas, pensar que en la mayoría de países de América Latina el voto de la mujer se logró hasta hace sólo 50 o 60 años. Mis abuelas que nacieron a principio del siglo pasado debieron esperar y pasar por mucho antes de tener cédula y con ella la libertad y el derecho de elegir, de votar. Cómo no agradecer y enaltecer a tantas millones de mujeres que han bregado por hacer de éste, un mundo más equitativo y justo. Tratando de romper cadenas y atar las agujetas de los niños que van a la escuela. Como no elevar una plegaria al universo por mis hermanas mujeres que de una u otra forma han trazado un camino que ahora yo y mis contemporáneas podemos caminar con más libertad del que les tocó a ellas. Yo las honro a ellas, honro mi linaje, decidí no volver a honrar la fecha.